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OBJETIVOS: . Promover el estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina Espírita, prestando atención fraterna a las personas, .que buscan esclarecimiento, orientación y amparo para sus problemas espirituales, morales y materiales; .y que quieran conocer y estudiar la Doctrina Espírita en sus aspectos científicos, filosóficos, sociales, morales, espirituales y religiosos.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Necesidad del dolor (LEON DENIS)


Necesidad del dolor El alma debe conquistar uno a uno todos los elementos, todos los atributos de su grandeza, de su poder, de su felicidad y para eso precisa del obstáculo de la naturaleza resistente, bien hostil, de la materia adversa, cuyas exigencias y rudas lecciones provocan sus esfuerzos y forman su experiencia. De ahí, en los estadios inferiores de la vida, la necesidad de las pruebas y del dolor, a fin de que se inicie su sensibilidad y al mismo tiempo, se ejerza su libre albedrio y crezcan su voluntad y su conciencia. Es indispensable la lucha para hacer posible el triunfo y hacer surgir al héroe. Sin la iniquidad, la arbitrariedad, la traición, ¿Sería posible sufrir y morir por amor a la justicia?

Es necesario que haya sufrimiento físico y angustia moral para que el Espíritu sea depurado, se limpie de las partículas groseras, para que la débil centella, que se esta elaborando en las profundidades de la inconsciencia, se convierta en llama pura y ardiente, en conciencia radiosa, centro de voluntad, energía y virtud. 

martes, 27 de diciembre de 2011

VOLVERÁS POR AMOR (Emmanuel)

 

Ante el hambre de paz que atormenta tus días, seguramente ya soñaste con la disposición de reposar, más allá de la muerte, recusando el cáliz de angustia que la existencia carnal te sugiere…


Cultivas la virtud y aspiras, sin duda, a la recompensa natural que el trabajo irreprensible te granjeó. Sufres y reclamas consuelo…
Lloras y pretendes alivio…


Sin embargo, más allá de las fronteras terrestres, el amor fulgirá sublime, en tu corazón, como estrella sorprendente, pero entonces oirás los sollozos de aquellos que dejaste bajo la niebla del adiós… Escucharás las oraciones de tu madre y los ruegos de tus  hijos, como poemas de lágrimas desfalleciendo de dolor sobre tu cabeza invadida de nuevas aspiraciones y tocada de nuevos sueños.
Comprenderás la renuncia con más seguridad y ejercerás el perdón sin dificultad… La conciencia tranquila será una bendición para ti; con todo, el anhelo de ayudar vibrará en tu pecho inspirándote la vuelta.

Y reconociendo que el verdadero cielo no existe sin la alegría de aquellos que más amamos, regresarás por amor al campo de lucha para nuevamente experimentar y sufrir, esperar y redimir, adquiriendo el poder para ascensiones más elevadas, por cuanto, por la fuerza del bien puro, descubrirás con el Cristo de Dios la luz de la abnegación a horizontes más vastos, repitiendo también con Él, a los compañeros que nos impele siempre de aprendizaje, la divina promesa: – “En verdad estaré con vosotros hasta el fin de los siglos”, porque no hay felicidad para los hijos despiertos a Dios, sin que todos los hijos de Dios entren efectivamente en la posesión de la felicidad real.

(Mensaje recibido por Francisco Cándido Xavier, en Brasil)

lunes, 12 de diciembre de 2011

La Visita ( del libro cruzando la calle) Richard Simonetti


Argimiro  Peli dejó el Centro al final de la reunión vespertina del domingo. Era uno de los expositores, especializado en temas evangélicos, exaltando, con frecuencia, los valores de la fraternidad y del trabajo en beneficio del semejante.
De vuelta a su casa, en un edificio de apartamentos, le vino a la mente el recuerdo de un vecino, un muchacho solitario e introvertido que frecuentaba, eventualmente, las reuniones de asistencia espiritual. Necesitaba ayuda. No estaba bien emocionalmente. Un médium desajustado, ciertamente sufría la influencia de obsesores  desencarnados. Podría visitarlo. Miró el reloj: las dieciséis horas. ¡Muy tarde! Estaba cansado y había una película interesante en la televisión…
Entrando en el edificio, pasó delante del apartamento del muchacho. La puerta estaba entreabierta. ¿Y tocase, sólo para un saludo? Argemiro dudaba. Quería reposo. Además de eso, saldría a la noche. El saludo ligero acabaría extendiéndose, atrasando su pase. Quedaría para otro día…
Entro en su propio apartamento. Encendió la televisión, cogió el refresco de la nevera y, echándose en el sofá, suspiro, feliz… ¡Ah! Las delicias de un fin de domingo tranquilo, ¡sin ninguna preocupación!...
Mientras, el vecino no le salía de la cabeza: bien que podría buscarlo, haciéndolo sentir que había alguien que se interesaba por su bienestar. El muchacho necesitaba amigos…

¡No y no!” – Afirmo categórico para sí mismo- “¡Hay algún obsesor queriendo perturbarme mi reposo! ¡Pero no lo conseguirá!”



Y se sumergió en el programa de la televisión, sorbiendo, perezoso, la bebida. El sueño  llego despacito. Se reclino y durmió. Tuvo sueños confusos, con escenas de ambulancia y coches de policía en la calle al sonido de sirenas estridentes. Despertó, inquieto, las diecinueve horas. Se bañó, tomo una ligera cena y salió.
En la perta del edificio percibió un grupo de personas. Coche policial y una ambulancia estaban saliendo. Llevaban un cadáver. Su vecino se suicidó exactamente en aquel espacio de tiempo en que Argemiro, puesto delante de la televisión, resistía al impulso de visitarlo.
                                                                 *****
La intención del suicidio dispara alarmas en el Plano Espiritual, moviendo a familiares, amigos y orientadores espirituales que, con recursos a su alcance, intentan modificar a sus tutelados del gesto de desesperación. El suicidio es una tragedia de consecuencias siniestras, sumergiendo al Espíritu en tormentos inenarrables, además de ponerle serios compromisos en relación al futuro.
La gran dificultad de los benefactores del Mas Allá es que dependen de      instrumentos de buena voluntad entre los hombres. Y estos no siempre están dispuestos a atender sus apelos. Están la televisión, los compromisos sociables, los ocios intransferibles, la insuperable vocación para el descanso.