Datos personales

Mi foto
OBJETIVOS: . Promover el estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina Espírita, prestando atención fraterna a las personas, .que buscan esclarecimiento, orientación y amparo para sus problemas espirituales, morales y materiales; .y que quieran conocer y estudiar la Doctrina Espírita en sus aspectos científicos, filosóficos, sociales, morales, espirituales y religiosos.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

CON MENOS QUEDÓ PEOR (Del libro Cruzando la calle)

.Jonás y Susi se identificaban en un mismo deseo: tendrían seis hijos. iPor qué no cinco o siete?
no sabían responder... Era lo que sentían, desde los primeros tiempos de enamorados,
imaginándose felices, altiempo con media docena de niñitos..'
no existían problemas financieros. El tenía un buen empleo, con un futuro prometedor. Se
casaron eufóricos, unidos por el afecto, impulsados por las perspectivas de muchos hijos...
los años siguieron su curso inexorable, el amor entre ellos se mantuvo, pese a los viejos
problemas de relaciones humanas. Por encima de todo eran espíritus amigos, pero el ideal
soñado comenzó a enfriarse, desde el nacimiento del primer hijo, portador de una grave
Limitación mental. El segundo saludable e inteligente, pero inqu¡eto exageradamente, daba
trabajo por mil...
Por eso. Cuando Susi se quedó embarazada por tercera vez, tomó la decisión inapelable: sería
el último hijo. Jonás no discutió. También se desilusionó de la prole numerosa: mucha
preocupación, mucho dolor de cabeza...
Nacido el bebé, una linda niña, simultáneamente fue preparada la cirugía esterilizadora...
trompas seccionadas y ligadas, el anticonceptivo definitivo...
Ambos se sentían aliviados, pero los bienhechores espirituales lamentaron la grave decisión,
contra la cual habían trabajado mucho junto a la pareja, por cuanto la intención inicial no se
configuraba en mero capricho. Era el reflejo de compromisos asumidos delante de la
Espiritualidad. Seis Espíritus reencarnarían como sus hijos, obedeciendo al amplío programa de
servicio redentor.
La cirugía drástica prendió en el Más Allá a los tres últimos: uno enemigo férreo, con el cual
deberían armonizarse, favorecidos por los lazos de la consanguinidad y las bendiciones del
olvido; una víctima de sus caprichos, precipitada en tortuosos caminos, para cuya
rehabilitación deberían cooperar, y una noble entidad, poseedora de vastos patrimonios de
virtudes, que los ayudaría como un ángel guardián, más tarde, cuando viniesen a enfrentar los
graves problemas kármicos.
Rechazado irremediablemente, los tres espíritus reaccionaron según su posición evolutiva; el
primero se hizo obsesor de los futuros padres, complicándoles la existencia; el seguhdo se
situó como alma en pena en el ambiente doméstico, imponiendo a la pareja penosas
impresiones; el tercero volvió a las esferas más altas, ante la imposibilidad de una ayuda más
efectiva a sus tutelados, en la condición de hijo...
Y la existencia de Susi y Jonás, que sería trabajosa y sacrificada con seis hijos, se volvió peor,
apenas con tres...
                                                                      ****

Ocioso es discutir sobre la legitimidad de la planificación familiar. Si los padres tienen la responsabilidad de cuidar de los hijos, es elemental su derecho de decidir si desean tenerlos.
Se resaltan, aun, que esa planificación generalmente remonta a la Espiritualidad, con el concurso de generosos y sabios mentores, antes de la vuelta a la carne, cuando las parejas tienen una visión mas objetiva de sus necesidades evolutivas que, no es raro que envuelvan a una prole numerosa.
El problema es que, llegados a la tierra, se distraen de las finalidades de la existencia y, transitando por las nebulosas de la ilusión, deciden limitar la natalidad, contrariando la propia conciencia, que les dice
 inarticuladamente, en lo hondo del alma, que aun hay nacimientos programados para su hogar. Con eso transfieren para el futuro inciertas experiencias necesarias a la propia edificación.

                                                                     Richard Simonetti

viernes, 23 de septiembre de 2011

LA MORATORIA (del libro Cruzando la Calle)

Eronildo Gustavo era muy estimado en los círculos de sus relaciones, particularmente en la comunidad Espírita de la cual participaba. Servidor incansable, permanecía atento a los sufrimientos ajenos, procurando aminorarlos  con los recursos materiales y espirituales. En la tribuna a todos encantaba con su verbo fluido y esclarecedor. Escribía paginas bellísimas... Uno de los beneficiados de sus iniciativas le decía, impresionado:
-¡Admiro profundamente su trabajo! Su actividad es altamente meritoria...
-Meritoria, no. Moratoria.
-¡?!
-Estuve mucho tiempo enfermo hace quince años. Un mal que me amenazaba con la silla de ruedas. Como ocurre con mucha gente, busque consuelo y cura en el Espiritismo. Me dieron trabajo. El mentor espiritual que me atendió uso la sinceridad:
"El amigo fue muy osado en el pasado. Siguió por caminos tortuosos. La inmovilidad se le diera benéfica. Veo, entre tanto,  que detenta aprecibles potenciales. Es un hombre de inteligencia e iniciativa. Le propongo una moratoria. Le restituiremos la posibilidad de andar, pero esperamos su dedicación a las tareas del Bien. Mas tarde pasará  por una  reevaluación de sus débitos, asunto entre usted y el creador."

-¡Que extraño! No sabía que podemos alterar el Destino de forma tan radical. Hubo un cambio de programación en su existencia...
-En verdad modelamos diariamente el propio destino con nuestras acciones. E incluso en relación a los grandes eventos de la existencia, pueden ocurrir cambios significativos. Condicionados a nuestro comportamiento o las iniciativas del plano espiritual en nuestro beneficio. No existe fatalidad absoluta, a no ser en cuanto al destino final. Fuimos creados un día para el bien y allá llegaremos un día, queramos o  no, porque es la Voluntad de Dios, que no falla jamás en sus objetivos.
-¿Y la cura? ¿Se dio pronto, desde que estuvo de acuerdo con la proposición?
-Llevó tiempo, partiendo del un tratamiento espiritual que me restituyó la salud, al mismo tiempo en que los mentores espirituales evaluaban mis disposiciones íntimas, para verificar si yo estaba simplemente impresionado por las perspectivas de restablecimiento físico o me disponía a servir realmente.
_¿Y nunca pensó en desistir del servicio, después  de la recuperación? Parece que es común que eso ocurra..
-No soy una excepción. También   pensé en "cuidar  de la vida" varias veces.
-Cultivó la perseverancia...
-¡No! ¡ fuí  "desgraciado" igualmente! El miedo de volver a la situación  anterior.Acabó gustándome...
La actividad en el campo Espírita nos ofrece incomparables alegrías. Deja a la gente en paz con la existencia, pese a los problemas.
-¿Ataques al Espiritismo?
-Achaques de los espíritas. No somos diferentes del hombre común. En toda agrupación humana hay dificultades en la relación con otras personas. La vivencia cristiana, favoreciendo una convivencia  perfecta, aún es un ideal distante.
 Y sonriendo, Eronildo se despidió:
-A pesar de los percances, todo irá bien si mantenemos la disposición de enfrentar mares de irritación y falta de atendimiento, evitando incurrir en marcha atrás en el  proceso de nuestra renovación.

                                                             ****
Somos todos deudores en moratoria. Nos faltan condiciones para soportar el cobro integral de nuestras deudas para con la Justicia Divina.
No todos, mientras tanto, tienen condiciones para recibir beneficios mayores. Desatentos a la necesidad de luchar contra la comodidad y la ilusión, el recurso es dejarlos con sus problemas, sufrimientos y dolores, a fin de que no se comprometan en endeudamientos mayores.


                                                                                   Richard Simonettl

martes, 20 de septiembre de 2011

EL ELIXIR MILAGROSO (del libro Cruzando la Calle )

Mario kleber, dedicado pediatra, hacía su última visita a la guardería espírita, donde prestaba asistencia médica a ciento cincuenta niños, antes de emprender un largo viaje.

             -Están todos bien. Mi preocupación es Johny. Muy debilitado, no va reaccionando a la medicación.
              En las dos veces en que lo internamos, experimentó mejoras, pero no fueron satisfactorias...
             -También, podría, -comenta Margarida, funcionaria encargada de la guardería- ¡en las condiciones
               de su casa es un milagro que esté vivo!...
             - Ese milagro se repite con millones de criaturas. En su caso, mientras, parece haber una deficiencia      
               congétita. Lo poco que conseguimos aquí, en el sentido de fortalecerlo, queda perdido cuando
               vuelve a casa.
Johny tenía un año. Pesaba como un niño de cinco meses, extremadamente débil, victima de infecciones persistentes e invencibles desarreglos intestinales.
El padre, cuya iniciativa sobre el hijo se limitó a la elección de un nombre inglés, que sonaba extraño en un niño poco desarrollado, era alcohólico impenitente, alérgico al trabajo. Quien garantizaba el sustento era la esposa, si es que se puede sustentar a una familia de cinco personas con un salario mínimo. La  salvación estaba en la guardería, donde las tres criaturas pasaban el día, en cuanto ella desempeñaba sus funciones de sirvienta doméstica y el marido deambulaba por los bares.

Mario preparó las recetas para Johny, orientó a Margarida, dio su dirección al colega que lo sustituiría en las emergencias y se despidió. Se sintió particularmente deprimido al retener al niño en sus brazos, imaginando que el Espíritu que animaba aquel cuerpecito débil pronto partiría, como ave dejando una jaula defectuosa. Al día siguiente emprendió su viaje.

Volvió a los cincuenta y cinco días. Su primer pensamiento al dirigirse a la guardería fue el mismo que lo acompañara. ¿Cómo estaría el niño?
Buscó a Margarida, la abrazó y luego preguntó:
-¿Y Johny?
-¡Ah! ¿Doctor! !Ni se lo imagina!
- No...
-¿Está mal?
-Venga a ver...

Lo llevó al rincón destinado al recreo... Sin contener la  sorpresa, el médico vio al niño gateando, rápido...Casi no lo reconoció. Engordó, estaba colorado, sonriente...
-Un gordote, ¿no? ¡Y como le gusta comer!...¡No hay alimento que le llene!
¡Desaparecieron las infecciones! ¡El intestino está como una " joya "!...
-¿Qué ocurrió?¿Le dieron algún remedio milagroso?
-¡Eso mismo! ¡Un elixir infalible!
-¿Es caro?
-¡No costo nada!
-¿Como se llama?
-¡Amor!
-¿Amor?
-Sí. Cuando el señor viajó, comenté el problema con Rea Silvia, una de las voluntarias de la guardería y ella "mató la dificultad",explicando:

"Creo que le falta  a Johnny un poco mas de cuidado, de cariño, de dedicación, no soló aquí en la guardería, y sí, sobre todo,en la casa. El necesita de mucha atención, las veinticuatro horas del día."

-¿ Y sabe, doctor?, ella misma se ofreció a darle todo eso.Pidió permiso a los padres y llevo al niño para su casa, donde rodeado por su cariño, así como del marido, igualmente dedicado a  servicios asistenciales, y dos hijos, que se desvivían por tener al niño y él comenzó a desarrollarse. Pasada la fase crítica, rehecho y fuerte, fue devuelto a la familia, permaneciendo bajo nuestro control y de Rea Silvia, siempre presente.El resultado es ese que estamos viendo.
Bendito remedio -comento feliz el pediatra-Creo que debemos iniciar, con urgencia, una nueva campaña.¡Necesitamos de muchos donadores de Amor, a fin de que nuestros niños superen los traumas de la miseria y crezcan fuertes y saludables como deseamos!

                                                                        ****

Nada enriquece mas la existencia que el Amor.

Con él amenizamos dolores ajenos, curamos enfermos, confortamos afligidos, relevamos ofensas, superamos la falta de entendimiento, promovemos reconciliaciones, distribuimos alegrías, aligeramos tristezas....

Si raros son los que se dispones a semejantes realizaciones es porque las criaturas humanas aun no comprendieron que el Amor beneficia, sobre todo, a aquellos que lo ejercitan,favoreciendo su ingreso en  estados de sensibilidad y emoción habilitándolo a la felicidad plena.

                                                                                                    Richard Simonetti