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OBJETIVOS: . Promover el estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina Espírita, prestando atención fraterna a las personas, .que buscan esclarecimiento, orientación y amparo para sus problemas espirituales, morales y materiales; .y que quieran conocer y estudiar la Doctrina Espírita en sus aspectos científicos, filosóficos, sociales, morales, espirituales y religiosos.

miércoles, 26 de noviembre de 2014


REFLEXIONES, CONSEJOS Y MÁXIMAS DE ALLAN KARDEC
Diatribas

En cuanto al Espiritismo en general, que es una de las fuerzas de la Naturaleza, el escarnio será destruido, como lo ha sido contra tantas otras cosas que el tiempo ha consagrado; esa utopía, esa fantasía – como ciertas personas lo llaman – ya ha dado la vuelta al mundo y todas las diatribas no impedirán su marcha, del mismo modo que en otros tiempos los anatemas no han impedido a la Tierra girar.
Por lo tanto, dejemos a los escarnecedores reír a gusto, puesto que tal es su capricho; lo harán a expensas del Espíritu; ríen bastante de la religión, ¿por qué no reirían del Espiritismo que no es sino una ciencia? Mientras tanto, ellos nos prestan más servicios que prejuicios al economizarnos gastos de publicidad, porque no hay uno sólo de sus artículos – por más espirituoso que sea – que no haya hecho vender algunos de nuestros libros y que no nos haya proporcionado algunas suscripciones. Gracias, pues, por el servicio que nos prestan sin querer.
Diremos, igualmente, poca cosa en lo que nos atañe personalmente; aquellos que nos atacan, ostensiblemente o de forma oculta, pierden su tiempo si creen que nos perturban; si piensan en bloquearnos el camino, también se equivocan, ya que nada pedimos y solamente aspiramos a ser útiles dentro de los límites de las fuerzas que Dios nos ha dado; por modesta que sea nuestra posición, nos contentamos con aquello que para muchos sería mediocridad: no ambicionamos rangos, ni fortuna, ni honores; no buscamos el mundo, ni sus placeres; lo que no podemos tener no nos causa pesar alguno y lo vemos con la más completa indiferencia; puesto que no está en nuestros gustos, no envidiamos a aquellos que poseen esas ventajas – si ventajas hay –, lo que a nuestros ojos es para cuestionar, porque los goces pueriles de este mundo no aseguran un lugar mejor en el otro; lejos de eso.
Nuestra vida es toda de labor y de estudio, y consagramos al trabajo hasta los instantes de reposo: aquí no hay de qué tener celos. Como tantos otros, llevamos nuestra piedra al edificio que se eleva; pero nos ruborizaríamos de hacer de esto un escalón para llegar adonde sea que fuere; que otros aporten más que nosotros; que otros trabajen tanto como nosotros y mejor que nosotros, y los veremos con sincera alegría; lo que ante todo queremos es el triunfo de la verdad, de cualquier parte que venga, porque no tenemos la pretensión de sólo nosotros tener la luz; si de eso debe redundar alguna gloria, el campo está abierto para todo el mundo y tenderemos la mano a todos aquellos que, en este áspero curso de la vida, nos sigan con lealtad, con abnegación y sin segundas intenciones personales.
Sabíamos muy bien que, al enarbolar abiertamente la bandera de las ideas de las cuales nos hemos hecho uno de los propagadores y al arrostrar prejuicios, atraeríamos a enemigos, siempre listos a lanzar dardos envenenados contra quien levante la cabeza y se ponga en evidencia; pero existe la siguiente diferencia entre ellos y nosotros: que no queremos para ellos el mal que buscan hacernos, porque sabemos distinguir la parte que compete a la debilidad humana, y es en esto solamente que nos creemos superiores; el ser humano se rebaja por la envidia, por el odio, por los celos y por todas las pasiones mezquinas: pero se eleva por el olvido de las ofensas. Ahí está la moral espírita; ¿no vale ella más que las personas que difaman a su prójimo? Esta moral nos ha sido dictada por los Espíritus que nos asisten, y por la misma es que se puede juzgar si ellos son buenos o malos. Ella nos muestra las cosas de lo alto tan grandes y las de abajo tan pequeñas que no podemos sino compadecernos de aquellos que voluntariamente se torturan para darse alguna efímera satisfacción a su amor propio.

Textos extraídos de las Obras de Allan Kardec

lunes, 10 de noviembre de 2014

REFLEXIONES, 

CONSEJOS 

Y MÁXIMAS DE 

ALLAN KARDEC



La fraternidad debe ser la piedra angular del nuevo orden social. Pero no hay una fraternidad real, sólida y efectiva si no está fundada sobre una base inquebrantable: esta base es la fe, más no la fe en talen o cuales dogmas especiales que cambian con los tiempos y los pueblos y que se excluyen y luchan entre sí anatematizándose y fomentando las divisiones y el antagonismo. Sino la fe en los principios fundamentales que todos pueden aceptar: Dios, el alma, la vida futura, el progreso individual indefinido y la perpetuidad de las relaciones entre los seres.
Cuando todos los hombres se convenzan de que Dios hay uno sólo para todos, que ese Dios soberanamente justo y bueno no desea la injusticia y que el mal proviene de los hombres y no de Él,entonces se sentirán todos hijos del mismo Padre y se estrecharán la mano.



Esa es la fe que da el Espiritismo y que será en lo sucesivo el eje cardinal alrededor del que se moverá el género humano, sean cuales fueren los cultos y las creencias individuales.

El progreso intelectual, llevado a cabo hasta hoy en las más vastas proporciones, constituye un gran adelanto y señala  la primera fase de la humanidad. Pero por sí solo  en impotente para regenerarla. En tanto el hombre esté dominado por el orgullo y el egoísmo, utilizará su inteligencia y sus conocimientos en beneficio de sus pasiones e intereses personales; y por ese motivo es que los aplica al perfeccionamiento de los medios que sirven para perjuicio y destrucción de sus semejantes.

Sólo el progreso moral puede asegurar la felicidad de los hombres sobre la tierra poniendo freno a las malas pasiones. Sólo él puede hacer reinar entre ellos la concordia, la paz y la fraternidad.
Él es el encargado de tirar abajo las barreras que separan a los hombres, el que hará desaparecer los prejuicios de castas y acallará los antagonismos sectarios, enseñando a los hombres a considerarse hermanos destinados a ayudarse y no a vivir parasitáriamente los unos de los otros.

Será también el progreso moral, secundado por el progreso intelectual, quien unirá a los hombres en una misma creencia establecida sobre las verdades eternas, aceptadas universalmente, y, por eso mismo, no siendo motivo de discusión. La unidad de creencia será el eslabón más poderoso,     
la base más sólida para el logro de la fraternidad universal, resquebrajada en todos los tiempos por los antagonismos religiosos que dividen a los pueblos y a las familias, y que hacen ver en los disidentes a enemigos de quienes es necesario huir y a quienes hay que combatir y exterminar, en vez de ver en ellos a hermanos que se debe amar.

jueves, 6 de noviembre de 2014

                                          EVOLUCIÓN
Evolución, cambio progresivo, transformación permanente, mecanismo de la Ley natural por medio de la cual se le proporciona a todos los seres y las cosas en general pasar del estado original primario a un grado superior.
Todo Evoluciona, el gas, el mineral, el vegetal, el animal y el hombre. Evoluciona la materia pero también el espíritu. Se desarrollan las ideas por la Evolución del pensamiento, se transforma la sociedad en virtud de la Evolución del individuo.
Todo se mueve generando progreso incesante, todo cambia menos la ley que es inmutable y eterna como Dios quien la creó.
Con Pitágoras y desde él sabemos que el espíritu fue creado simple y sencillo y que ese principio espiritual guiado por las mismas leyes físicas y espirituales busca unirse al principio material para cumplir sus objetivos trascendentales de un proceso sin límites, y ese principio espiritual es una semilla repleta de posibilidades que yacen latentes en su intimidad, listas para ser desarrolladas, lo cual sólo es posible gracias a la unión con el elemento material quien jalona fuerte y firme creando necesidades pungentes y situaciones apremiantes que permiten desarrollar todas esas posibilidades de Crecimiento y Evolución.
EN RESUMEN 
El estado de naturaleza es la infancia de la humanidad y el punto de partida de su desarrollo intelectual y moral. Dado que el hombre es perfectible y lleva en sí el germen de su mejoramiento, no está destinado a vivir perpetuamente en el estado de naturaleza, como tampoco está destinado a vivir perpetuamente en la infancia. El estado de naturaleza es transitorio y el hombre sale de él mediante el progreso y la civilización. La ley natural, por el contrario, rige a la humanidad entera, y el hombre mejora a medida que comprende y practica mejor esa ley.

Dado que el progreso es una condición de la naturaleza humana, nadie puede oponerse a él. Es una fuerza viva que las malas leyes pueden retardar, pero no extinguir. Cuando esas leyes se vuelven incompatibles con el progreso, este las aniquila junto con todos aquellos que intentan mantenerlas, y así será hasta que el hombre haya adaptado sus leyes a la justicia divina, que quiere el bien para todos en vez de leyes dictadas por el poderoso en perjuicio del débil.

El hombre no puede quedarse perpetuamente en la ignorancia, porque debe alcanzar el objetivo que la Providencia le señala. Se instruye por la fuerza de las circunstancias. Las revoluciones morales, así como las revoluciones sociales, se infiltran poco a poco en las ideas; germinan durante siglos y después estallan de repente, haciendo que se derrumbe el carcomido edificio del pasado, que ya no armoniza con las nuevas necesidades ni con las nuevas aspiraciones.

A menudo, el hombre sólo ve en esas conmociones el desorden y la confusión momentáneos que afectan a sus intereses materiales. En cambio, quien eleva el pensamiento por encima de su personalidad, admira los designios de la Providencia, que del mal hace surgir el bien. Es la tempestad, la tormenta que purifica la atmósfera después de haberla agitado.

Hay dos clases de progreso que se prestan mutuo apoyo, aunque no marchan juntos: el progreso intelectual y el progreso moral. En los pueblos civilizados, el primero de ellos recibe, en este siglo, todos los estímulos deseables. Por eso ha alcanzado un grado desconocido hasta nuestros días. Falta mucho para que el segundo alcance el mismo nivel. No obstante, si se lo compara con las costumbres sociales de algunos siglos atrás, habría que ser ciego para negar ese progreso. ¿Por qué, pues, esa marcha ascendente habría de detenerse de preferencia en relación con la moral que con la inteligencia? ¿Por qué no habría entre el siglo diecinueve y el veinticuatro tanta diferencia como la que hay entre el siglo catorce y el diecinueve? Dudar de eso sería pretender que la humanidad se encuentra en el apogeo de la perfección, lo cual sería absurdo; o que no es perfectible moralmente, lo que la experiencia desmiente.

La humanidad progresa por medio de los individuos que mejoran poco a poco y se instruyen. Entonces, cuando estos son mayoría, toman la delantera y llevan consigo a los demás. De tiempo en tiempo surgen entre ellos hombres de genio que les dan un impulso, después surgen otros que poseen autoridad. Todos ellos son instrumentos de Dios que en algunos años hacen adelantar a la humanidad muchos siglos.


Bueno, la evolución en general es el cambio y adaptación que se da en un ser u objeto a las circunstancias que las rodean es la adaptación de un ser vivo a un medio ambiente que está en constante cambio 

Evolución es el desarrollo o transformación de las cosas, los organismos, las ideas o las teorías, por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro. 

Ahora, Evolución biológica es el proceso continuo de transformación de las especies a través de cambios producidos en sucesivas generaciones, y que se ve reflejado en el cambio de las frecuencias alélicas de una población. Como lo dijo Darwin la transformación es por el cúmulo de caracteres de una forma gradual, pero el salto evolutivo lo tenemos que entender como un "salto gradual" como lo propusiera la Teoría del equilibrio Puntuado propuesta por Niles Eldredge y Stephen Jay Gould en 1972, que no es otra cosa que la aplicación de la dialéctica al proceso del entendimiento de la evolución biológica... 

martes, 4 de noviembre de 2014

                                     EN PREPARACIÓN


                            
                                                                         "Dice el señor: Pondré mis leyes en su 
                                                              entendimiento y en su corazón las escribiré. 
                                                             Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo."

                                                                                               Pablo. (Hebreos, 8:10.)


Traduciremos el Evangelio.en todas las lenguas,
en todas las culturas, 
exaltando su grandeza, 
destacando su sublimidad, 
sembrando su poesía,
comentando sus verdades,
interpretando sus lecciones,
imponiéndonos al raciocinio,
primoreando el corazón,
y reformando la inteligencia,
renovando leyes,
perfeccionando costumbres,
y aclarando caminos...
Pero, vendrá el momento...
En que la Buena Nueva deberá ser impresa
                                     en nosotros mismos.

En lo recóndito de la mente, 
en lo más íntimo del pecho,
a través de las palabras y de las acciones,
de los principios e ideales,
de las aspiraciones y de las esperanzas,
de los gestos y pensamientos, 
porque, de verdad,
si el Cielo nos permite esparcir su Divino
                               Mensaje en el mundo,

un día, exigirá que nos convirtamos, 
en traducciones vivas del Evangelio en la Tierra.

                                                                                                        EMMANUEL- Chico Xavier

domingo, 2 de noviembre de 2014

  LOS GRANDES PROBLEMAS; 
                                      EL UNIVERSO Y DIOS
      Por encima de los problemas de la vida y del destino sobresale la cuestión de DIOS.

      Si estudiamos las leyes de la Naturaleza, si perseguimos la belleza ideal en que todas las artes se inspiran, siempre y en todas partes, por encima y más allá de todo, encontramos la idea de un Ser Superior, necesario y perfecto, fuente eterna del bien, de la belleza y de la verdad, en quien se identifica la ley, la justicia y la suprema razón.

     El mundo, físico y moral, está gobernado por leyes, y estas leyes denotan una inteligencia profunda de las cosas que rigen. No proceden de una causa siega; el caos y la casualidad no pondrían el orden y la armonía. No emanan de los hombres; unos seres pasajeros, limitados en el tiempo y en el espacio, no podrían crear leyes permanentes y universales. Para explicarlas lógicamente es preciso remontarse hasta el Ser generador de todas las cosas. No se podría concebir la inteligencia sin personificarla en un ser; pero este ser no viene a agregarse a la cadena de los seres...

Es el Padre de todos, la fuente misma de la vida.

     La personalidad no debe entenderse aquí en el sentido de un ser que posea una forma, sino más bien como un conjunto de facultades que constituyen un todo consciente. La personalidad, en la más alta acepción de la palabra es la conciencia, y en este sentido es en el que Dios es una persona o más bien, la personalidad absoluta, y no un ser con una forma delimitada Dios es infinito y no puede ser individualizado, esto es separado del mundo, ni subsistir aparte.

     El pensamiento humano; más maduro, se ha alejado de las concepciones envejecidas, ha olvidado esos fantasmas y los abusos cometidos en su nombre para dejarse llevar en un transporte poderoso hacia la Razón eterna, hacia Dios, alma del mundo, núcleo universal de vida y amor, en quien nos sentimos vivir como el pájaro vive en el aire, como el pez vive en el océano, y por quien estamos ligados a todo cuanto existe, ha existido y existirá.

     Del trabajo de todos los seres y de todas las cosas, se deduce una aspiración; la aspiración hacia lo infinito, hacia lo perfecto. Todos los efectos, divergentes en apariencia, convergen en realidad, hacia un mismo centro; todos los fines se coordinan forman un conjunto, evolucionan hacia un mismo fin; ¡Dios! Dios, centro de toda actividad, último fin de todo pensamiento y de todo amor.

     Si el hombre supiese recogerse en sí mismo y estudiarse; si apartase de su alma todas las sombras que acumulan en ella las pasiones; si desgarrando el velo espeso en el que los prejuicios, la ignorancia y los sofismas están envueltos, descendiese al fondo de su conciencia y de su razón, encontraría allí el principio de una vida interior completamente opuesta a la vida de fuera. Por ella, podría entrar en relaciones con la naturaleza entera, con el universo y con Dios, y esta vista le proporcionaría como un saboreo anticipado de la que le reservan el porvenir de ultratumba y los mundos superiores. Allí está también el libro misterioso donde todos sus actos, buenos o malos, se inscriben, donde todos los hechos de su vida se graban con caracteres indelebles para aparecer con una resplandeciente claridad a la hora de la muerte.

      A veces, una voz poderosa, un canto grave y severo se eleva de esas profundidades del ser y resuena en medio de las ocupaciones frívolas y de los cuidados de nuestra vida para recordarnos el deber.  ¡Desgraciado del que se niega a escucharlo! Un día llegará en que los remordimientos le harán comprender que no en vano se rechazan las advertencias de la conciencia.

     Existen en cada uno de nosotros fuentes ocultas de donde pueden brotar oleadas de vida y de amor, de virtudes y de poderes sin número. En ese santuario íntimo es donde se necesita buscar a Dios. Dios está en nosotros, o, por lo menos en nosotros existe un reflejo de él. Ahora bien, lo que no existe no puede ser reflejado. Las almas reflejan a Dios como las gotas de rocío de la mañana reflejan la luz del sol, cada una según su grado de pureza.

     Por esta percepción interior y por la experiencia de los sentidos es por lo que los hombres de genio, los grandes misioneros y los profetas han conocido a Dios y sus leyes y lo han revelado a los pueblos de la tierra.

                                    (Tomado del libro “después de la muerte” de León Denis)