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OBJETIVOS: . Promover el estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina Espírita, prestando atención fraterna a las personas, .que buscan esclarecimiento, orientación y amparo para sus problemas espirituales, morales y materiales; .y que quieran conocer y estudiar la Doctrina Espírita en sus aspectos científicos, filosóficos, sociales, morales, espirituales y religiosos.

martes, 13 de mayo de 2014

 ¡SALVE, CODIFICADOR!

   Transcurría el reinado de Napoleón III entre desesperación e inquietudes. Habiendo prometido la República se hizo Emperador desde 1848, dejando a Francia ansiosa e insatisfecha.
   En las calles de París y en las academias, la revolución de las ideas parecía repetir el pensamiento de Voltaire, Condoret, Montesquieu…los pre-revolucionarios.
   Las iglesias se debatían bajo las amenazas del materialismo ateo y del racionalismo nihilista que comenzaban a vencer a la ignorancia y a los dogmas.
   Kardec es llamado a la faena de la renovación de los ideales y a la preparación del porvenir.
   Comienzan los embates.
   En las vitrinas de la Galería de Orleans, en el Palacio Royal, el Sr. Dentú coloca en lugar destacado el Libro del Sr. Allan Kardec.
   El abad de Lezanu, que representa la nobleza intelectual del Clero libre, se fascina con “El Libro de los Espíritus” y afirma que él contiene todo cuánto es necesario para, puesto en práctica, conducir a “cualquier criatura al Cielo”.
   La intolerancia, sin embargo, fermenta la rebeldía, y el crimen derrama su ponzoña a través de los preconceptos, entre las paredes estrechas de la envidia.
   En Barcelona son incinerados 300 volúmenes que traen el pensamiento revolucionario como si, quemando los libros, pudiesen destruir las ideas.
   El sol de la Creencia, no obstante, esparce sus rayos como dardos victoriosos y el mensaje del Espiritismo hace renacer de las cenizas del olvido, a semejanza de Circe*, las filosofías que fueran la gloria de Civilizaciones pasadas, para deslumbramiento y júbilo de los tristes, ansiosos y esclavos.
   Gabinetes de empirismo y cientificismo son transformados, y la experimentación metapsíquica revela la inmortalidad del alma, victoriosa, después de la muerte.
   El propio Napoleón III abre las puertas de las Tullerías*, oye al Sr. Rivail, entre encantado y atento.
Los muertos regresan, las voces hablan…
    De la misma Ciudad de Lyon, en la que el Cristianismo conoció tantos testimonios de fé, a través del martirio, en los primeros siglos, el mundo recibió, con Kardec, el mensaje portador de luz y de consuelo para la Humanidad entera.
   Se cumplen las promesas de Jesús.
   El Espíritu de VERDAD llega, consuela y permanece;
   La fe se esclarece, perdura y guía;
    La filosofía explica, orienta e ilumina;
   La Ciencia afirma la Creencia y el conocimiento se apoya en la fe, en términos exactos y reales.
   Nuevos horizontes se abren a la investigación. Se presentan otros rumbos para el saber.
   Las premisas de la paz establecen las directrices de la felicidad, y el Cristo, vivo y triunfante, vuelve al nostálgico corazón de cuantos lo aguardan expectantes, confiados.
   Gloria a ti ¡oh , Kardec!, victorioso constructor de los tiempos nuevos. Tus discípulos, jubilosos y gratos, te rinden homenaje y te saludan.
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  •           Circe: En la mitología griega, celebre hechicera de la isla de Ea.
  •           Tullerías (Palacio de las): Morada de los reyes de Francia en París.

domingo, 4 de mayo de 2014

                                FUNCIÓN MORALIZADORA DEL ESPIRITISMO
       “Jesús sentó el principio de la Caridad, de la Igualdad y de la Fraternidad; hizo de él una condición expresa para la salvación; pero estaba reservado a la tercera manifestación de la voluntad de Dios: el Espíritismo, por el conocimiento que da de la vida espiritual, por los nuevos horizontes que descubre y las leyes que revela; estábale reservado sancionar ese principio probando que no sólo es una Doctrina moral, sino una ley natural, la cual es conveniencia del hombre ponerla en práctica. Así lo hará cuando, cesando de ver en el presente el principio y el fin, comprenda la solidaridad que existe entre el presente, el pasado y el porvenir. En el inmenso campo de lo infinito que el Espiritismo le hace entrever, se anula  su importancia personal; comprende  que solo no es ni puede nada; que todos tenemos necesidad unos de los otros y que no somos unos más que los demás: doble golpe asestado al orgullo y al egoísmo.
      “Más para esto le es necesario la fe; no la fe ciega que huye de la luz, restringe las ideas y mantiene, por lo tanto, el egoísmo; sino la fe inteligente, razonada, que rasga valerosamente el velo de los misterios y dilata el horizonte; esta fe, elemento primero de todo progreso, que le da el Espiritismo; fe robusta, porque está fundada en la experiencia y en los hechos; porque le da pruebas palpables de la inmortalidad de su alma, le enseña de dónde viene, adónde va y por qué se halla en la tierra; porque fija, en fin, sus inciertas ideas sobre su pasado y su porvenir”.

                                                                             ALLAN KARDEC, en su libro Obras Póstumas