Conferencia
La Propuesta de Jesús para alcanzar la Felicidad
J. Gabriel Baquero A.
Introducción
Cuando Gandhi nació en 1869 los ingleses mantenían su parasitismo sobre el pueblo Indiano en detrimento de su economía.
Ya adulto en Inglaterra
con el propósito de estudiar derecho entro en contacto con el Evangelio de Jesús
emocionándose y enamorándose de él comentándole a un amigo lo siguiente:
“Si toda la literatura de la tierra
pereciere y solo quedara el Sermón
de la montaña nada estaría perdido. Y en otra oportunidad Dijo; yo amo a
Jesucristo pero temo a los Cristianos, ellos tienen la Biblia con más de
cuatrocientas páginas y odian a sus hermanos, se maltratan, se matan entre sí,
se destruyen aun teniendo entre sus manos este código de Amor.
El
hombre sigue enfermo, pero ayer como hoy la propuesta es la misma; “No hagas a
otros lo que no quieres para ti” Si buscas la Felicidad ama, si quieres la paz
sirve, el que se ensalce será humillado y el que se humilla será ensalzado y
entonces el maestro por excelencia… Jesús de Nazareth coloca la humildad y la
caridad como condición absoluta para la felicidad.
Los discípulos de Jesús
y particularmente los que aspiramos pertenecer a la falange del Espíritu de
Verdad bajo las luces esclarecedoras de la Doctrina Espírita tenemos que tener
una visión del mundo opuesta al materialismo. La verdad que apenas comenzamos a
vislumbrar nos dice que somos seres espirituales viviendo una experiencia
material. Que fuimos creados por Dios nuestro padre Amoroso para ser felices.
Que esa felicidad la alcanzaremos logrando el
desarrollo de nuestra Espiritualidad y cultivando los dones intelectuales y
morales del Espíritu. El primero de los dones y el que nos da acceso a todos
los demás es la Humildad.
Tengamos por tanto en
el corazón y en la mente los tres principios morales indicados por Jesús:
1.AMAR A DIOS: Amar las leyes
materiales, morales y espirituales de la vida que están contenidas en el
universo infinito, en los mundos, en la naturaleza, en las cosas, en los seres,
en las infinitas esferas espirituales.
2.AMAR AL PRÓJIMO: Amar a los
semejantes con los cuales nos relacionamos en la familia y en la sociedad, con
comprensión, ejemplificación, trabajo, caridad material y moral.
3. AMARSE A SI MISMO: Cuidar con cariño,
paciencia y determinación en el perfeccionamiento de nosotros como
espíritus inmortales que somos. Interesarnos en estudiar, comprender, asimilar
y practicar los principios morales y espirituales de las normas contenidas en
el Evangelio de Cristo, sin Jesús en la mente y en el corazón, no habrá
educación de nuestras almas, ni la adquisición de la luz íntima para la
caminata evolutiva.
¡El corazón- sede de la ultrasensibilidad del alma- necesita vibrar y
sintonizarse plenamente con las leyes de Dios y los códigos del Evangelio del
Señor Jesús, a fin de que se enriquezca con las luces de la verdad y del amor!
Kardec cita a Jesús haciendo un desglose de sus enseñanzas:
Bienaventurados los pobres de espíritu, es decir los humildes, porque de
ellos es el reino de los cielos…
Bienaventurados los que tienen el corazón puro…
Bienaventurados los afligidos…
Bienaventurados los mansos y pacíficos…
Bienaventurados los que son misericordiosos, porque alcanzarán misericordia…
Amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos…
Haced a los otros lo que quisierais que hiciesen con vosotros…
Amad a vuestros enemigos…
Perdonad las ofensas si quisiereis ser perdonados…
Haced el bien sin ostentación…
Juzgaos vosotros mismos antes de juzgar a los otros…
A pesar de este ejemplo y de estas palabras que llevan más de dos mil
años de haber sido proferidas, encontramos que los prejuicios, la falta de
indulgencia, la intolerancia y lo que es más importante, la falta de amor y la
ausencia de la capacidad de perdonar, aun dominan nuestros corazones. Es que
sin humildad, que es la llave, no se puede abrir el cofre que guarda los
tesoros del Evangelio de Jesús.
“Y Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
Si la verdad libera y ella está en Jesús ¿Cómo hablar de libertad sin
hablar con él? ¿Cómo ser libre sin estar con él? ¿Y cómo hablar o estar con Jesús
a no ser por los lazos de la oración y del trabajo, del cumplimiento de
nuestros deberes, especialmente el compromiso de reformarnos convirtiéndonos en
sus instrumentos activos?
“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
Siendo el Espiritismo,
el consolador prometido por el Cristo, debe guardar una similitud muy grande
con él. Ahora bien, siendo la tarea del Maestro la de la educación de los
hombres, para que surja una generación de hombres de bien, la tarea de la
Doctrina Espírita es la de educar a las
almas y la principal tarea de los Centros Espíritas es la de enseñar
Espiritismo.
Amemos como nos enseñó
Jesús y comprenderemos nuestro destino.
Sirvamos como lo hizo
El y cumpliremos nuestra misión.
“Si me amáis guardad mis
mandamientos”.
Jesús nos dejó este
gran desafío para todos nosotros: APRENDER A AMARNOS A NOSOTROS MISMOS.
¿Qué será,
verdaderamente amarnos a nosotros mismos?
Este interrogante
sugiere otra pregunta:
¿Quién soy yo? NECESITO
SABER QUE SOY, QUIEN SOY, DE DONDE VENGO Y PARA DONDE VOY, A FIN DE CUIDAR DE
MI MISMO!
La filosofía Espírita
enseña que la criatura humana es un Espíritu inmortal, poseyendo su
individualidad, personalidad propia, cargando un enorme bagaje de buenas o
malas cualidades morales, acusando determinado grado evolutivo espiritual como
resultado de milenios de experiencias reencarnatorias.
A MODO DE CONCLUSION
Jesús y el mundo:
"Si Jesús no tuviese
confianza en la regeneración de los hombre y en el perfeccionamiento del mundo,
no habría venido al encuentro de los hombres y no habría caminado por los
oscuros caminos de la Tierra.
No podemos, por eso,
perder la esperanza y no nos cabe el desánimo, delante las pequeñas y benditas
luchas que el Cielo nos concedió, entre las sombras de las humanas
experiencias.
Espíritus sublimes,
salieron diplomados en santificación en la escuela del mundo, constituidos hoy
en patrones benditos de la evolución terrestre.
No nos compete
menospreciar el plano de aprendizaje que nos alimenta y nos abriga, que nos
instruye y nos perfecciona.
Si el mejor no auxilia
al peor, en balde aguardaremos la mejoría de la vida. Si el bueno desampara al
malo, la fraternidad no pasaría de mera ilusión. Si el sabio no ayuda al ignorante,
la educación redundaría en mentira peligrosa. Si el humilde huye del orgulloso,
surgiría el amor como vocablo inútil.
Si la virtud no socorre
a las víctimas del vicio y si el bien no
se dispone a salvar a cuantos se arrojan a los despeñaderos del mal, de nada serviría la predicación evangélica en
el campo del trabajo que la Providencia Divina nos confió.
El Maestro no era del
mundo, pero vino hasta nosotros para la redención del mundo. Sabía que sus
discípulos no pertenecían al acerbo moral de la tierra, pero nos envió a
convivir con los hombres para que los hombres se transformasen en servidores
devotos del bien, convirtiendo el planeta en su reino de luz.
El cristiano que huye
al contacto con el mundo, con el pretexto de resguardarse contra el “pecado”,
es una flor parasitaria e improductiva en el árbol del Evangelio, y el Señor,
lejos de solicitar ornamentos para su obra, espera trabajadores abnegados y
fieles que se dispongan a remover el suelo con paciencia, buena voluntad y
coraje, a fin de que la Tierra se habilite para la sementera renovadora del
gran Mañana".
Espíritu: Emmanuel
Psicografía: Francisco C. Xavier
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