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OBJETIVOS: . Promover el estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina Espírita, prestando atención fraterna a las personas, .que buscan esclarecimiento, orientación y amparo para sus problemas espirituales, morales y materiales; .y que quieran conocer y estudiar la Doctrina Espírita en sus aspectos científicos, filosóficos, sociales, morales, espirituales y religiosos.

martes, 25 de octubre de 2011

EN ORACIÓN (Del libro Jesús en el Hogar)

En víspera de la partida del Señor, con rumbo a Sidón, el culto del Evangelio, en la residencia de Pedro, se revistió de justificada melancolía. Las actividades de estudio edificante proseguirían, pero el trabajo de la revelación, de algún modo, experimentaría interrupción natural.

La lectura de las conmovedoras páginas Isaías fue llevada a cabo por Mateo, con visible emotividad; mientras tanto, en esa noche de despedida, ninguno formuló cualquier indagación.

Intraducible expectativa  se reflejaba en el semblante de todos.

El Maestro, de por sí, se abstuvo de hacer algún comentario, pero, al finalizar la reunión, levantó los ojos lúcidos al cielo y suplicó fervorosamente:

-Padre, enciende Tu luz divina en torno de aquellos que olvidaron Tu bendición, en las sombras de la caminata terrestre.
Ampara a los que no se acordaron de repartir el pan que le sobra en la mesa harta.
Ayuda a los que no se avergüenzan de ostentar felicidad, al lado de la miseria y del infortunio.
Socorre a los que no se acuerdan de agradecer a sus benefactores.
Compadécete de aquellos que duermen en las pesadillas del vicio, transmitiendo herencia dolorosa a los que se inician en la jornada humana.
Levanta a los que olvidaron la obligación del servicio al prójimo.
Apiádate del sabio que ocultó la inteligencia entre las cuatro paredes del paraíso doméstico.
Despierta a los que sueñan con el dominio del mundo, desconociendo que la existencia de la carne es un simple segundo entre la cuna y el sepulcro, frente a la Eternidad.
Levanta a los que cayeron vencidos por el exceso de confort material.
Corrige a los que esparcen la tristeza y el pesimismo entre sus semejantes.
Perdona a los que recusaron la oportunidad de pacificación y marcharon diseminando la revuelta y la indisciplina.
Intervén en favor de los que se creen poseedores de engañoso poder y suponen locamente absorverle el juicio, condenando a sus hermanos.
Despierta a las almas distraídas que envenenan el camino de los otros con la agresión espiritual de los gestos intempestivos.
Extiende tus manos paternales a todos los que olvidaron la sentencia de muerte renovadora de la vida, que tu ley les grabó en el cuerpo precario.
Esclarece a los que se perdieron en las sombras del odio y la venganza, de la ambición extraviada y de la fría impiedad, que se creen poderosos y libres, cuando no pasan de ser esclavos, dignos de compasión, delante de tus sublimes designios.


Ellos todos, Padre, son delincuentes que escapan a los tribunales de la tierra, pero que están señalados por tu justicia soberana y perfecta, por delitos de olvido, ante el Bien infinito...


A esa altura, se interrumpió la rogativa.


Casi todos los presentes, inclusive el mismo Maestro, mostraban lágrimas en los ojos y, en lo alto, la luna radiante, en plenilunio divino, haciendo incidir sus rayos sobre la modesta vivienda de Simón, parecía clamar sin palabras que muchos hombres podrían vivir olvidados del Supremo Señor, entre tanto, el Padre de infinita Bondad y perfecta Justicia, amoroso y recto continuaría velando...
                                                            
                                                    NEIO LÚCIO

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