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OBJETIVOS: . Promover el estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina Espírita, prestando atención fraterna a las personas, .que buscan esclarecimiento, orientación y amparo para sus problemas espirituales, morales y materiales; .y que quieran conocer y estudiar la Doctrina Espírita en sus aspectos científicos, filosóficos, sociales, morales, espirituales y religiosos.

miércoles, 11 de enero de 2012

La Sorpresa -Richard Simonetti- (del libro, Cruzando la Calle)

– Haremos una sorpresa para nuestra querida Otilia. Iremos a su casa y cantaremos para  ella, felicitándole su cumpleaños. ¡Ella se va a “morir” de emoción!
El grupo de jóvenes, integrado en la Juventud Espírita,  integrantes de una institución, tenía  razones para festejar el acontecimiento. Otilia era muy estimada, una joven muy dinámica,  participante del grupo de música, llena de iniciativas, alegre y comunicativa.
Planearon todo muy bien. Prepararon “comidas y bebidas” para su fiestita que seguiría al homenaje… Todo hecho en “silencio”, a fin de que la protagonista no desconfiase de nada. Llegaron hasta componer una música, con un estribillo  sincero, que decía así:
                                                        “Tú eres nuestra compañera,
                                                          Nuestro ejemplo vivo,
                                                          Nuestra líder inspiradora,
                                                          Seguiremos siempre contigo”
Llegaron despacito, silenciosamente, conteniendo la propia euforia, risas apagadas… abrieron  el portal, llegaron al área interna y se prepararon para iniciar la canción cuando oyeron la voz  de Otilia, de un timbre extraño, ardiente, discutiendo con la madre:
         – ¡Yo ya te dije que no te entrometieras en mí vida! ¡Hago lo que juzgo correcto y tú no  tienes nada que ver con eso!
         – Hija mía, –pedía la madre– habla bajito, los vecinos están oyendo…Tengamos cuidado.
Nadie necesita saber  nuestros problemas…
         – ¡Ahora, los vecinos que se fastidien!  –Gritaba la muchacha a pleno pulmón– ¡y tú  también!
         – Otilia, no quiero discutir, pero no es justo obrar como si vivieras sola. ¡Nuestra vida es           difícil! Están tus hermanos menores, tu padre está enfermo. Necesitamos unirnos…
         – ¿Tú qué quieres decir con eso que debo cuidar de las dificultades? ¿Contribuir para el  sustento de la casa? ¡Negativo! Mi tiempo es escaso y tengo necesidades personales.
¡Lo que gano mal da para atenderlas!
El personal oía aterrorizado. Aquella Otilia era totalmente desconocida. Áspera, agresiva,  maleducada, bien diferente de la chica que frecuentaba el Centro, exhibiendo una engañosa  sonrisa.
El diálogo proseguía, en un duelo ingrato entre la madre, señora respetable y sufridora, y la  hija, indisciplinada y gritona.


En un momento dado, Otilia exasperada, se aparta diciendo palabrotas y abre la puerta…
Lívida, desagradablemente sorprendida, se encuentra con los compañeros que la miran en  silencio. Poco después ella está sola en el pasillo. En el suelo quedan copias arrugadas de la  música en su homenaje, con el estribillo:
                                                   “Tú eres nuestra compañera,
                                                    Nuestro ejemplo vivo,
                                                    Nuestra líder inspiradora,
                                                    Seguiremos siempre contigo”
                                                                           ****
Si fallece en nosotros el empeño de ajustar nuestro comportamiento al que idealizamos, bajo  inspiración de principios morales, no sólo marcaremos  paso en relación a la propia edificación, como causaremos desanimadas decepciones en aquellos que siguen con nosotros.

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