EL VICIO DEL ALCOHOL Y SUS CONSECUENCIAS
En el mundo espiritual
no consideramos la industria del alcohol como un mal, sino como un
incontestable beneficio para el ser humano. Vuestro mundo debe muchos favores
al alcohol, pues es un elemento de gran utilidad. Sirve para la fabricación de
distintos productos, tintas, desinfectantes, lociones etc. Higieniza las manos, desinfecta las
contusiones infectadas; limpias los muebles y las ropas; quita manchas y asea
objetos diversos, destruye gérmenes peligrosos y enriquece los recursos de la
química del mundo. Usado con cuidado en los medicamentos, estimula el aparato
cardiaco, ayuda la filtración hepática y desobstruye las venas atacadas por las
grasas en los hombres de edad. El abuso en su ingestión, es el que merece
censuras, pues envilece, deprime y mata, puesto que se fabrican las más
variadas bebidas presentadas con reclamos pomposos.
El alcohólico, ya sea
el que se embriaga con el whisky carísimo o el que se entrega al pobre
aguardiente, no pasa de ser un “vaso vivo” mediante el cual muchos espíritus
desencarnados y viciados se esfuerzan para beber “entéricamente” y aliviar su
ardiente sed de alcohol. Muchas veces, el hombre se rebela contra las
vicisitudes de la vida humana y se entrega, a la embriaguez constante; pero no
sabe que las entidades astutas de las sombras lo siguen incesantemente,
alimentando la esperanza de convertirlo en su recipiente vivo o en su tentáculo
absorbente en el mundo carnal.
Los neófitos sin cuerpo
físico que llegan al Más Allá ardiendo bajo el deseo del alcohol, aprenden
pronto con los veteranos desencarnados cuál es la mejor manera de mitigar, en
parte, la sed alcohólica. Como ya hemos dicho en distintas ocasiones, las almas,
después de desencarnadas, se buscan y se atraen por los mismos vicios, ideas y
sentimientos, hábitos e intenciones. Como consecuencia de esa ley, los
encarnados que se vician con bebidas alcohólicas, pasan a hacer también
acompañados por espíritus de alcohólicos desencarnados, esclavos todavía del
vicio envilecedor, que hacen cualquier cosa para transformar a sus víctimas en
“vasos vivos”, para saciar sus deseos.
En general, los
infelices alcohólicos, al dejar sus cuerpos cocinados por el alcohol, en las
zanjas,, en los catres de los hospitales o en los lechos ricos, despiertan aquí
enloquecidos por el deseo desesperado por satisfacer el vicio. Cuando se
enfrentan con la realidad de la supervivencia en el Más Allá del Túmulo y
comprenden que la vida espiritual superior exige la liberación del vicio
degradante, se desesperan y se niegan a abdicar del deseo pervertido. Solamente
un número reducido se entrega, sumiso, a la terapia del sufrimiento purificador
y consigue resistir al mórbido deseo, para lograr la mayor eliminación posible
del eterismo tóxico remanente del alcohol, recibiendo el auxilio de los bienhechores
y ayudado a vencer la fase más crucial después de su desencarnación. Ciertas almas
valerosas y decididas, después de desligarse por completo de los deseos del
alcohol se entregan ardorosamente al servicio de socorrer a los alcohólicos,
alrededor de la tierra, no sólo influenciándolos para que dejen el vicio, sino
cooperando en los ambientes espirituales y junto a las instituciones
religiosas, conduciendo a los enfermos y sufridores de los efectos del alcohol,
con el fin de inspirarles la pronta liberación del dominio del terrible
adversario.
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