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OBJETIVOS: . Promover el estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina Espírita, prestando atención fraterna a las personas, .que buscan esclarecimiento, orientación y amparo para sus problemas espirituales, morales y materiales; .y que quieran conocer y estudiar la Doctrina Espírita en sus aspectos científicos, filosóficos, sociales, morales, espirituales y religiosos.

lunes, 14 de abril de 2014



                           LA  EMOCIÓN  CREADORA

    “Solo el progreso moral –asevera Allan Kardec– puede asegurar la felicidad de los hombres en la tierra, enfrenando las malas pasiones; sólo él puede hacer reinar entre ellos la concordia, las paz y la fraternidad.”

   
  Hay una relación directa entre la aurora que despliega sus alas luminosas, pintando de arrebol el cielo, a la vez que se proyecta en las cumbres de las montañas para descender lentamente por los caminos de la tierra, ahuyentando las sombras de la noche, y el crepúsculo, que hace policromía de arco iris para vibrar intensamente en el nuevo día, en proceso de continuidad y realización progresiva.

     Así también, la vida del niño se enlaza con la del Joven y con los trémulos pasos del anciano que marcha hacia un crepúsculo físico, que será para su alma aurora, al llegar a los planos invisibles, si supo aprovechar la jornada, si su acción fue impulsada por la emoción creadora en lo artístico y en lo intelectual, en lo moral y espiritual.
     El Espiritismo sabe de un devenir ascendente de la especie, sobre la base de la transformación moral, de los esfuerzos, trabajos y tesón que  la Juventud desarrolle sin medir espacio ni distancia, sin tregua ni pausa.
     Tendrá el elevado criterio de recordar lo mejor del pasado, digno de ser realizado y superado, luchando desde todos los ángulos de la sociedad  contra las fuerzas regresivas, que pretendan poner valla al impulso renovador y revolucionario que caracteriza a cada nueva generación, que trae en lo más intimo de su Espíritu la rica veta de esperanzas y promesas contraídas en los planos invisibles antes de ceñirse la armadura de carne.

     La Juventud incorporada al Espiritismo, sabe de las infinitas posibilidades, de la intensidad de la acción a desplegar, de los anhelos y esperanzas que se agitan al ritmo de las nuevas existencias, que impulsan a la conquista de más profundos conocimientos y al desarrollo de elevados sentimientos de amor y fraternidad.

     Esta Juventud, que sucede a la generación que se marcha lacerada, lastimada y profundamente herida por las funestas consecuencias de la guerra y la violencia en general, tiene a su favor el conocimiento de la ley de causalidad, sabe de una justicia inmanente, lo que establece definitivamente la Verdad Divina de comprender que cada uno es el artista de su alma, el artífice de sus virtudes, el forjador de su libertad espiritual y el creador de su cuerpo etérico de  luz y belleza.     

     Conoce y comprende dónde radican las causas de su dicha  o de su dolor, de su libertad o esclavitud, de su elevación o caída, sin endorsarlos exclusivamente a las condiciones sociales que lo rodean.

     Busca y encuentra en las profundidades de su Espíritu, en el templo interior de su alma, en la zona misteriosa del subconsciente, en los pliegues de su periespíritu, la historia de un pasado que incide en cada instante de su vida presente.

     Pero lo alientan la fe y la esperanza de una constante y permanente conquista superior, al enriquecer su Espíritu con nobles pensamientos, con la meditación y el estudio de las leyes superiores y divinas, que al ponerlo en contacto con los Espíritus superiores lo acercan a Dios.

     El valor efectivo de estos conocimientos lo pondrá en evidencia en todos los actos de su vida, en su fecunda obra constructiva de adelanto y perfeccionamiento, en lo familiar y lo social.

     Tendrá un concepto integral de los problemas humanos, comprendiendo que para realizar sus mejores aspiraciones como artista, poeta, escritor, arquitecto, constructor u obrero, necesita estar rodeado de condiciones sociales propicias que lo ayuden y secunden en sus nobles propósitos y aspiraciones.

     En consecuencia, no colocara al individuo en un extremo y a la sociedad en el opuesto, pues sabe que un lazo permanente lo une a lo colectivo, lo que le impone el deber de luchar por los desheredados, por los pobres y los humildes, combatiendo la injusticia, proclamando la ley de libertad: libertad de pensar, libertad de conciencia, libertad de enseñar y libertad de rechazar todo lo que atente contra la justicia y el bienestar social.

     Recordara, con Víctor Hugo, que la “libertad es la aspiración y la respiración del género humano”, y que nadie debe constreñirla o limitarla por los intereses creados de determinada clase social.
     Para concretar estos ideales de superación debe, en primer término, actualizar las potencias creadoras de su alma, buscando en lo íntimo de su ser la fuente inagotable de fuerzas morales y espirituales, sintiendo los llamados misteriosos, pero imperativos, del ideario Espírita, que lo estremecen con la emoción creadora del artista, quien al esculpir el bloque de mármol forja con el cincel la estatua eterna que impregnará de luces divinas su Espíritu inmortal.

     La juventud Espiritista moderna, en constante alerta, en tensión permanente, marchara con firmeza y acción constructiva hacia un futuro mejor, colaborando en todo esfuerzo que tienda a mejorar las condiciones de vida de los pueblos.

     Así lo señala al codificador de la Doctrina Espírita: “Ningún hombre tiene facultades completas. Por medio de la unión social se complementan los unos a los otros para asegurarse el bienestar y el progreso. De aquí que, necesitándose unos a otros, han sido hechos para vivir en sociedad y no aislados”.

     Es, pues, imprescindible que la juventud oponga firme resistencia al espíritu estático y conservador que caracteriza a la mediocridad, la cual impone quietismo a la juventud, rutina en las ideas y acciones, domesticando al Hombre, condicionándolo para la hipocresía y el menor esfuerzo, debilitando la responsabilidad moral y adormeciendo los nobles impulsos de la fuerza interior que transfigura en emoción creadora en la reforma y perfeccionamiento de la personalidad.

     De las señales que fueron dejando en su paso por la tierra los Espíritus excelsos recordaran siempre el pensamiento del poeta argentino Esteban Echeverría: La vida en un combate perpetuo contra la maldad que nos circunda.

     Impulsara su acción constructiva por las sendas señaladas en el libro de luz que, proyectado por El Espíritu de la Verdad, recorre los amplios y extensos caminos del mundo con el nombre de “El Evangelio según el Espiritismo”.

     El diamante es laborado por el lapidario que, puliendo las ásperas aristas, las transforma en brillantes facetas.

     La juventud Espiritista en la era contemporánea se proyectará en permanente forja, para hacer del espíritu de esta generación una estrella luminosa que señale la crística senda de la regeneración y perfeccionamiento de la raza.

     Acelerar la evolución espiritual trabajando con entusiasmo, ofreciendo las mejores energías a todas las ideas, pensamientos y acciones de progreso, constituye el motor esencial que al aumentar sus revoluciones acrecienta la corriente positiva que extenderán su influencia sobre todos los pueblos.  

                                                                                                      

                                                                                      Santiago A. Bossero, In Memoriam.

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